martes, 27 de enero de 2015

Birdman: todos tenemos un pájaro que nos habla ( y no siempre tiene la razón)

Ya hace una semana que vi Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)  la estupenda peli de Alejandro Gonzáles Iñarritu protagonizada por Michael Keaton. Y más allá de los planos que aparentan un plano secuencia, la estupenda fotografía, la latente y angustiosa batería, las interpretaciones excepcionales,  de la disertación entre aquello que es arte y que no, de la crítica (?) al ego del creador y del "experto", y algún que otro detalle,  me he quedado pensando en la historia.Y es que para los que nos dedicamos al arte, llámese cine, teatro, pintura, escritura, etc. la película nos hace eco. O al menos me pasa a mí.

Aunque el personaje de la peli es un actor famoso por interpretar al legendario superhéroe, la verdad es que no hace falta serlo para vivir la angustia que éste padece. Todo creador se enfrenta en algún momento a la necesidad de reconocimiento, el logro, el éxito. Lo curioso, es que siempre solemos esperar que venga de los demás.

A nuestro lado, tenemos a ese pajarraco o cualquier otro animal de preferencia (llámese también ego, o censor personal) hablándonos al oído sobre lo grandiosos que somos, lo bien que hacemos nuestro trabajo, lo brillantes, talentosos, hermosos, intelectuales, cultos, creativos, espectaculares que somos.

Y a veces también nos habla de lo mediocres, anodinos, impopulares, poco exitosos, charlatanes, pobres, que también somos,

 En realidad no somos ni una cosa ni la otra, pero nos empeñamos en escuchar al pajarraco, al bicho que nos atormenta y pone en tela de juicio nuestra cordura. Empezamos trabajando en un proyecto por motivación propia y luego podemos mandarlo todo al traste, según la aceptación que haya tenido por parte de los demás, llámese público, crítica, colegas, etc.

Ayer mismo, mi pajarraco particular estuvo  en ambas posiciones, en una me juzgaba por no haber conseguido una beca de creación (tu idea no es suficientemente buena) y en otro me halagaba ante una situación similar ( tu trabajo es mejor que el del ganador).  O sea que en un día, me puso la cabeza  a mil y me quedé pensando: ¿Qué tengo que hacer para que mi trabajo guste ( o guste más) y sea merecedor de reconocimientos?

Hoy, después de haber dormido y mandado a callar al pajarraco, pienso que no tengo que hacer nada, salvo seguir con lo que estoy haciendo. Dejar de ver los reconocimientos que no me dan y mirar los que si, los que vienen de mis logros y que además pueden ser de las más diversas formas, a veces, de las menos esperadas.

Un reconocimiento público es importante, claro,  puede abrir muchas puertas, aún así  no es la única vía. Al jugar ganamos o perdemos y eso no nos hace ganadores ni perdedores.

Yo seguiré haciendo lo que mejor se hacer, con la misma alegría y con la misma pasión, junto a personas estupendas y creativas que me acompañan y me nutren, que me ayudan a lograrlo. Y la primera aprobación que buscaré será la mía. Al fin y al cabo si a mí me hace feliz, ¿quién puede decir lo contrario?

El pajarraco, se ha ido a dar una vuelta, pero seguramente volverá ¡cómo no! siempre vuelve. Y será bienvenido, porque sin él y sus gritos, no podría reflexionar sobre cosas como éstas.

Ahora, he de enseñarlo también a cantar no sólo a chillar, a que esté de mi parte siempre, pase lo que pase. Seguro que cederá, porque en el fondo sabe que si mí, él no es nadie.








No hay comentarios:

ShareThis

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...