miércoles, 18 de febrero de 2015

Una versión del infierno

Usualmente, escribo en éste blog sobre las cosas que pienso, lo que me mueve,  sobre proyectos en los que ando trabajando, películas que he visto... es decir, sobre lo que me da la gana.

Ya en una ocasión, escribí un post en el que reflexionaba sobre el tema de la profesionalidad  del actor/ actriz ( ver post Profesión y Vocación) sin embargo, es un tema que no se agota, y no sé si un día lo hará.

Hoy quiero volver con una nueva visión del tema, compartiendo lo que he leído en un libro muy interesante que hacía tiempo que tenía, pero que hasta ahora no había abierto ( así son los libros, los lees cuando ellos quieren). El libro en cuestión se llama "Técnica y verdad en la interpretación"
( Magistrales de la E.M.T de SillaV)  que recoge conferencias y entrevistas de Pablo Corral Gómez director del Teatro círculo  y fundador y director del Estudio Dramático de Valencia ( ESP).

En éste libro, Pablo Corral Gómez habla de muchas cosas relacionadas con el oficio del actor, del pedagogo, del estudiante de teatro y del profesional. En general es un libro que recomiendo, he reflexionado mucho con sus palabras y también he aprendido de ellas. 

Entre los muchos párrafos que he subrayado, me atrevo a copiar textualmente uno, relacionado con el tema de la profesionalidad del actor:

"(...) Si nosotros preguntamos al mercado que es ser un profesional el mercado responde "aquel que cobra y saca rédito de lo que hace". Al mercado no le hace falta que ese sujeto  tenga conocimiento de lo que hace, pero sí que saque una renta de ello. Eso no es para mí un profesional. Por otro lado, si se lo preguntamos al conocimiento académico, un profesional es aquel que se ha formado, ha adquirido conocimientos en el campo en el que va a desenvolverse en su vida profesional; aquel que económicamente vive de lo que hace, en lo académico no dice que tenga una adquisición económica por lo que hace, sino que tenga un conocimiento de lo que hace. Yo, cuando hablo de "profesional" lo hago en éste sentido. (...)"
He de decir que estoy con el Sr. Corral Gómez al cien por cien.

Y puede que te preguntes "¿Y es que acaso importa tanto lo académico en una profesión que parece que todo el mundo puede hacer? "  SI importa. Lo que puede aportar la formación posiblemente no se  encuentre en la experiencia y viceversa, es decir, es un pack indivisible. Sin embargo lo que me hace ruido no es ésto, porque de alguna manera un actor instintivo, si es inteligente y su ego no le sobrepasa, en algún momento buscará algún tipo de formación porque sus recursos se verán limitados. Y si no la busca, pues se convertirá en un actor mediocre y ya no vale la pena hablar de él.

En realidad, lo que me gusta de éste párrafo es que no determina la profesionalidad de acuerdo a la retribución económica, cosa que me parece sensata, al contrario por ejemplo de muchos otros que opinan que hacer teatro independiente ( pongamos independiente como una elegante manera de decir que hacer teatro sin un duro) es sinónimo de teatro amateur. No tengo nada en contra del teatro amateur, de hecho me encanta. Puedes encontrar en él mucha más vocación, verdad y entrega que en un espectáculo profesional.  Aunque éste tampoco es el punto.

Decía que, el señor Corral Gómez, ofrece un punto de vista definitivo a la cuestión profesional, al establecer una diferencia entre lo que él mismo considera un profesional, o no. 

Lo curioso que pasa en el teatro y en el arte en general, es que muchos profesionales tienen que trabajar en algo más, incluso, tienen otras carreras con las cuales pueden (si quieren) conseguir retribución económica. Pongamos por ejemplo a un médico, que ha estudiado una carrera pero que no la ha ejercido o la ha ejercido poco, y por esa llamada innegable, termina trabajando como actor incluso sin haber estudiado. Según la opinión de Pablo ( si ya paso al tuteo que se me da mejor) ésta persona sería un médico no un actor, aunque ejerce de actor con todo lo que ello implica. Quizá se ganaría la vida mejor como médico, pero prefiere ser actor. Y está el actor formado que termina siendo camarero o cocinero, o vendedor de seguros, sin haber estudiado para serlo.

Lo que quiero exponer con ésto es que, aunque estoy de acuerdo con lo que la idea reflejada en el libro, a veces la línea es tan difusa que nosotros mismos podemos perdernos. Sé de casos en los que alguien no dice a lo que se dedica " soy actor/ actriz" cuando se ve en la necesidad, cada vez más imperiosa, de buscar un empleo paralelo ( que suele convertirse en el principal) por temor a que no lo contraten. Cosa que no pasa por ejemplo en el cine o incluso en la tv -quizá en teatro es menos común pero también se da el caso- donde para actuar no necesariamente tienes que ser actor o actriz.




No sé porque razón, existe éste velo innoble sobre una profesión tan noble como lo es la actuación. ¿Por qué nos vemos expelidos a buscar en otras actividades, otras carreras, lo que la nuestra no puede darnos? 

¿Por qué una persona que no es actor o actriz puede trabajar en ello y muchos que si lo son, no pueden hacerlo?. 





Me entristece profundamente que un intérprete muchas veces tiene que trabajar de gratis, ganar tan poco, perder el tiempo que puede dedicar a crecer profesionalmente, en un trabajo que no tiene ningún sentido salvo el económico.


Yo no sé si existe un infierno, pero ésta podría ser una versión bastante cercana.


N.P




martes, 10 de febrero de 2015

Y para qué ir al teatro?

Se supone que la semana pasada debía escribir un post (me he trazado el objetivo de escribir un post cada martes). Pero la semana pasada tenía la cabeza en otro sitio, no me venía ninguna idea, o mejor dicho, me venían un montón de ideas pero ninguna que me gustara. No lo vi claro y no hice nada.

Hoy, me he topado con ésta imagen en la Página de Facebook de Centro Tet:


Evidentemente me llamó la atención y me enganchó. Sobretodo porque recientemente ( y no tan recientemente también) he escuchado frases del tipo " Yo quiero ver una obra divertida y que me haga reír, cero dramas", " A la gente no le gusta pensar", " La obra está bien pero la gente tiene que poner demasiada atención" "Hay que darle al público lo que pide y la gente quiere ir a desconectar" etc, etc, etc.

Particularmente, siempre he pensado que hacer una obra donde el público no se modifique en lo más mínimo, no reflexione, piense, imagine, sueñe, perciba, sienta, intuya, pues no vale la pena

Independientemente del género o del tema, ir al teatro con la idea de "dejar todos los problemas fuera" no funciona, para eso quédate en casa viendo "Gran hermano," Sálvame, "Mujeres y Hombres y Viceversa, "Quien quiere casarse con mi hijo", "The bachelor y The bacherolette" " Adán y Eva"  y toda la larga lista de programas donde la vida de otros y los problemas de otros te hacen sentir mejor acerca de tus propias desgracias. ¡ Claro que desconectarás de ti mism@!  Desconectarás tanto que no sabrás absolutamente nada de ti ni de tu vida, aunque seguramente sabrás quien dijo qué cosa de quién o con quién se fue a la cama perenceja o a quién dejaron plantado públicamente. 

Lejos de querer juzgar a quienes "les mola" éste tipo de programas, lo que quiero hacer es poner las cosas en claro. Al teatro, como bien dice el Sr. Jodorowsky, no se va a "desconectar" a "no pensar" y a "divertirse". Es decir, claro que puedes divertirte si entiendes bien lo que ésto significa.

La famosa wikipedia, por ejemplo, define la diversión como:

"el uso del tiempo de una manera planeada para el refresco terapéutico del propio cuerpo o mente (...) la diversión implica participación activa pero de una manera refrescante y alegre"

Es decir, que el sólo hecho de ir al teatro ya es divertido. Estás participando activamente ( aunque no lo creas) en una experiencia que te proporciona placer. Si, aunque te conmuevas y llores. Si, aunque tengas que prestar atención para no perderte detalle y entender lo que sucede.Si, aunque los personajes parece que están contando tus propias desgracias o que te dicen cosas directamente a ti y te das cuenta por ese "tilín" que resuena en tu interior cuando alguno dice una frase que te acelera el pulso y te hace tragar grueso. Si, incluso cuando sueltas una carcajada nerviosa, de mejor me río para no llorar. 

El teatro, querido espectador, querida espectadora, no es para desconectar. El TEATRO con mayúsculas es para conectar. 

Conectar contigo mismo, con los actores, con el vecino de butaca, con los personajes, con el director, el dramaturgo, el técnico, con la sala, con la calle, con la gente conoces y que no conoces, con las vidas que no has vivido ni vivirás nunca, con los lugares donde nunca has estado, con las palabras que jamás has escuchado, con los sueños que has soñado y los que estás por soñar, con las historias que jamás escucharías de no estar allí, con el origen del mundo, con los primeros habitantes de la tierra, con los dioses,  lo sagrado y lo profano, la razón y la locura, con las siete maravillas antiguas y modernas, con el arte y la ciencia, con lo nunca descubierto, con lo que no tiene respuesta, con el misterio insondable del ser humano, con la tierra, el fuego, el aire, el agua, la sangre, la vida y la muerte, la presencia, el ser, el estar, con el cuerpo, con la mente, con la emoción. Conectar con la mentira, la verdad, la fantasía, la realidad, lo  obvio y que no puedes ver. Lo que hay detrás de ti, lo que te observa cuando no hay nadie más... ¡¿Oh que será que será?!

Si cuando sales del recinto donde has visto un espectáculo, no has podido conectar con algo, entonces, mi estimad@, lo que has visto no es teatro. No sé que será pero si sé lo que NO es. 

Y sería bueno que los hacedores de teatro no olvidaran (mos) todo ésto y en lugar de darle al público lo que quiere ver, le ofrezcamos lo que NECESITA ver, que ya para el "pan y circo" tenemos a los políticos, que suelen montar su deprimente showcito cada dos por tres. 

De alguna manera hay que hacer que la rentabilidad y el contenido no sean incompatibles, y creo que una manera de hacerlo es dejar de hacer un teatro vulgar, profano, inconsistente. Repito, para que quede totalmente claro, que no estoy hablando de género ni de estilos. Estoy hablando de CONTENIDO porque vías hay muchas: humor inteligente, drama mordaz, tragicomedia irreverente, denuncia satírica, reflexión intelectual, vivencia sensorial, poesía terrenal... y cualquier otra acepción, que imaginación hay mucha y cada quien elige lo que le va mejor. 

Decía que para mí, la mejor manera de hacer que el TEATRO y el dinero no sean enemigos íntimos, es parar de hacer "chorradas" y que la gente, en cada sala, grande o pequeña, se encuentre siempre con un TEATRO verdadero, en lugar de la pantomima escénica que suplanta su identidad, que tiende a la condescendencia y cuyo único objetivo es recaudar taquilla a como dé lugar. Es decir, no darle a elegir, porque lo que si es cierto es que una gran mayoría elegirá mal. Elegirá sentarse a ver tonterías y escuchar sandeces, porque piensa que no pensar, no sentir, no imaginar, es la salida a sus problemas, a la rutina, al hastío tan grande que le produce la vida. 

Yo demando espectadores activos, que reaccionen y accionen, que se atrevan a salir de su zona de confort, que no conviertan la butaca en el sillón de su casa, ni al escenario en un plató de un programa banal. Y para ésto es necesario que los que están (mos) del otro lado, también quieran (queramos?) dejar de estar en pijamas todo el día y "contentar" al público con una ración de "comida chatarra" que bien sabemos que llena la panza, pero no nutre ni al cuerpo, ni al alma.

N.P


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